La gente vive en una constante naturaleza humana falsa, distorsionada. Somos esclavos continuos del todo. Somos esclavos del consumo, de la producción, e incluso esclavos de nuestro propio "yo". Somos esclavos alienados. Somos esclavos físicos, mentales, y espirituales. La realidad ha sido desfigurada, y nuestra condición ha sido forzada a desfigurarse junto a ella.
La conciencia es lo que nos permite descubrir que nosotros mismos formamos parte de un circulo vicioso de esclavitud, de opresión e infelicidad. Pero muy pocos somos los que nos desatamos las cadenas, y nos liberamos mentalmente. Tomamos conciencia, y nos preparamos para ese gran cambio: la liberación y emancipación humana.
No conocemos el sentido de nuestra vida, no conocemos porque hacemos lo que hacemos. Se nos ha programado para ser sumisos, y tranquilos.
Aunque la humanidad poca esperanza tenga en que la multitud se desaliene y libere, la verdad es que aunque solo sea uno el que se haya liberado mentalmente y espiritualmente, aunque solo sea uno el que haya encontrado el camino a llevar, aunque solo sea uno el que comprenda la necesidad de reincorporar esa naturaleza humana perdida en la población, seguirá habiendo esperanza, porque con que tan solo haya uno, hay certeza de que el mundo se puede cambiar.
Las revoluciones siempre las han guiado y librado minorías.
